Ethos siempre se caracterizó por ser una organización promotora de RSE con un fuerte y claro posicionamiento político. En los hechos, su aparición como institución tuvo que ver con una reacción del empresariado paulista frente a la crisis política desatada por las denuncias de corrupción contra el ex presidente Collor de Mello sobre finales de la década de los años noventa.
“La Cámara de Diputados perdió esta semana una gran oportunidad de restablecer los vínculos con quien elige: el pueblo brasileño. Nuestra sociedad ya dejó en claro que no se abre del combate a la corrupción en nombre de una posible estabilidad económica”, sostiene en un comunicado Ethos.
La semana pasada y en una ajustada votación la Cámara baja decidió no aceptar la demanda presentada el mes pasado por la Procuraduría General de la República contra Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
Para el think tank “hoy estamos delante de un dilema crítico entre la maduración de nuestra democracia y un retroceso político y social. Tenemos un presidente denunciado por corrupción pasiva por la Procuraduría General de la República. Este escenario es incompatible con los principios orientadores de una sociedad justa y sustentable”.
En su alegato, Ethos también llama a “fortalecer nuestro sistema de integridad” y afirma que, aunque es “creciente el número de empresas involucradas en la agenda de la integridad”, advierte que “todos deben asumir su responsabilidad, tener compromisos públicos con la ética y la integridad y ponerlos en práctica”.
En setiembre de 2015 el Instituto Ethos ya había terciado públicamente en una disputa política, a través de una carta abierta a la presidente Dilma Rousseff, cuando la ex mandataria quiso quitarle status ministerial a la Contraloría General de la Unión (CGU). Ethos venía trabajando con CGU en diversos programas de lucha contra la corrupción en la empresa.
En rigor, el Instituto siempre tuvo un perfil político muy vinculado al Partido de los Trabajadores y al Partido Verde. No pocos analistas del mundo de la sustentabilidad empresaria de América Latina señalaron que la alta exposición política de sus directivos y fundadores acabaron por deteriorar la relación de la organización con el empresariado paulista.
Uno de los fundadores de Ethos, Oded Grajew, fue asesor especial de Lula da Silva en el programa “Hambre Cero” apenas asumió el líder del PT. Pero en 2003, a poco de andar, Grajew pegó un portazo denunciando que “la corrupción consumía un 30% de los recursos públicos del pais”.
No fue el único escarceo de Ethos con la política. En 2013, Ricardo Young, un ex presidente del Instituto Ethos y actual miembro del Consejo Deliberativo de la organización de RSE, fue candidato a senador por San Pablo por el Partido Verde, de Marina Silva.
Fuente: ComunicarseWeb
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